Entrevista Iñaki Aurrekoetxea arquitecto director del estudio IA+B

[Entrevista] Iñaki Aurrekoetxea, arquitecto director del estudio IA+B

El arquitecto Iñaki Aurrekoetxea (Zamudio, Vizcaya, 1953) se siente comprometido profesionalmente con la transformación emblemática de Bilbao, en la que viene participando. Es en esta villa donde tiene la sede de su estudio IA+B que creó después de acumular experiencia institucional como director de Vivienda y Arquitectura del Gobierno vasco.
Ganador de varios premios dentro y fuera de País Vasco, ha compartido experiencias con Isozaki, Chipperfield, Mariscal, Starck o Novel, entre otros. Reconoce la calidad de la enseñanza de la arquitectura en España, aboga por un mayor peso de los arquitectos en la definición urbanística de las ciudades y reconoce el compromiso de la movilidad vertical con las nuevas exigencias. 
 

¿Cuál es su valoración del nivel de la arquitectura en España?

Venimos de una época de gran explosión arquitectónica en la que el nivel ha estado muy  elevado. Ha habido mucha gente que ha ganado muchos concursos, que ha sido muy reconocida y que lo ha situado a una gran altura. Ahora, en cambio, la Administración no ha podido seguir invirtiendo en grandes instalaciones arquitectónicas. Por eso, los concursos, la expresión libre de la arquitectura ha bajado drásticamente. No quiere decir esto que la arquitectura común no sea de calidad, si no que no es tan relumbrante como antes.
 

¿Qué influencia han tenido las grandes firmas en una idea del ciudadano medio sobre la arquitectura?

La gente normal no valora tanto el hecho del arquitecto de relumbrón. Que haya arquitectos del top ten o del 20 con obras en cualquier sitio del mundo lo que hace es ponerte en el mapa y demuestra que la ciudad que lo acoge es atractiva para que tenga esa obra. El resto somos arquitectos de uso. Hacemos arquitectura corriente, normal, la de las viviendas, la de algún edificio emblemático o la recuperación de un espacio sin usar o un equipamiento, pero no una gran necesidad. En Bilbao, por ejemplo, para resolver algunas cuestiones emblemáticas como ocurrió con Isozaki Atea. De esta manera, si la propuesta agrada a la gente, la ciudad ha acertado, y si no, el arquitecto es el que lo ha propuesto. Es un escudo protector.
 

¿Cómo valora su experiencia de trabajo con arquitectos que disponen de ese reconocimiento internacional?

La experiencia que he tenido del trabajo con estas figuras de la arquitectura internacional es un poco diversa. Ha dependido del carácter de cada una de las personas con las que trabajas. Al final, además de su calidad arquitectónica, está la calidad personal que es la que te permite establecer la relación. Es muy variada. Te encuentras con una fría y distante como la oriental, o con unas relaciones más calurosas, más normalizadas, que te sientes más respetado, como con algunos arquitectos europeos como Chipperfield. De estas experiencias profesionales, lo que he podido contrastar son dos aspectos. En el tema del diseño, su reconocimiento es algo incontestable. Y en la praxis profesional, no tanto del dibujo, sino de la integración del proyecto, en su desarrollo técnico, lo que hemos podido contrastar es que las diferencias no son tantas. El aprendizaje más destacado es constatar un método de trabajo más que la forma de resolver. Por parte de algunos, hemos recibido su reconocimiento muy claro por nuestra ejecución. De ellos se aprende a dignificar tu trabajo desde la profesionalidad.
Este contacto nos ha servido para organizar y creer más en nosotros mismos.
 

¿Cuál es el nivel de enseñanza de la arquitectura en España?

La enseñanza que se desarrolla de arquitectura es bastante completa. Te permite el ejercicio propio y completo de la profesión en la que somos agentes que intervenimos desde el principio, desde elegir el terreno, estudiar los aprovechamientos posibles, la gestión urbanística, la forma de garantizar lo que se te pide desde el punto de vista legal, el control de gremios, el de la propia ingeniería, su coordinación, la dirección de la obra in situ y de la entrega del producto terminado. Supone una enseñanza que abarca todos estos conceptos y que quizá te impide profundizar en algunos aspectos, pero te da un carácter global, de forma que cuando desarrollas una idea o un proyecto, ya estás pensando en el objeto terminado. La enseñanza es muy amplia y el reconocimiento de los arquitectos españoles es evidente, son muy demandados en Europa y bien recibidos. De hecho, donde más trabajo existe, como Alemania, Francia o Suiza, se valoran estos conocimientos y consiguen contratos técnicos antes que los locales y, además, son más baratos. Hay una conjunción entre precio y cualificación
técnica en los arquitectos españoles muy alta para la media europea.
 

¿Las Administraciones públicas tienen en cuenta a los arquitectos en el diseño de sus ciudades?

Es una cuestión delicada. Cuando hablamos de planificación urbana, de la ciudad, del futuro, hablamos de lo que los políticos pueden entender como modelo de ciudad. No es tanto la propia capacitación de los técnicos que intervenimos, sino una mezcla entre cuestiones legales o directrices políticas. ¿Hasta qué punto el político tiene claro hacia dónde quiere ir, con qué mimbres empieza a funcionar? Y luego está la posibilidad legal de que esa idea se pueda llevar a cabo. La regulación urbanística es muy amplia, profunda y antigua en este país. No hay libertad absoluta para poderlo materializar. No se trata solo de lanzar mensajes bonitos, sino que se debe decir lo que se debe ejecutar y hay que ser práctico, porque si no todo queda en arquitectura de papel, porque la materialización es muy difícil. De eso tenemos muchos ejemplos. No se cuenta con el técnico en cuanto a ideas. No sé si nos ven como un mal obligatorio o un mal necesario, pero no parece que como un bien.
 

¿Bajo qué parámetros se está apostando por el ahorro energético? ¿Hay más conciencia en la  rehabilitación?

En la rehabilitación en general hay una intervención de los propietarios en el conjunto de un inmueble con la que pretenden tener una mejor condición de habitabilidad, interviniendo en la naturaleza de su propia vivienda, dotándola de aquellas instalaciones que le añaden confort y mejoran su calidad de vida. Eso ahora está en pleno auge y va a seguir. Las directivas europeas y las ayudas van hacia esa rehabilitación. Ahora, las inspecciones deben ayudar a mejorar las instalaciones y, sobre todo, en temas de energía. Este tema es diferente en las nuevas construcciones que tienen una normativa y debe cumplirse. Si estas prestaciones, como el ahorro energético, no se valoran, no se cuantifican por el comprador, no se van a incorporar porque el promotor prefiere gastar menos. El impulso debe pasar por las obligaciones normativas de esas exigencias.
 

¿Se está haciendo una apuesta por favorecer la accesibilidad?

Las normativas se redactan para que sean cumplidas. Pero la experiencia te dice que la normativa a nivel europeo no existe porque el cumplimiento no es igual en todos los países. Bilbao, por ejemplo, es muy accesible y lo dicen las propias personas que vienen desde fuera, están a gusto y, de hecho, están animados a moverse de manera individual porque comprueban que pueden moverse por toda la ciudad. Se han suprimido las barreras arquitectónicas. En Alemania, Francia, Inglaterra o en Italia estas normas, como he podido percibir, no se dan en igualdad. Hay que considerarlo desde un punto de vista urbano como exigible.
 

¿Cómo valora las apuestas de empresas como Zardoya Otis por la mejora en el servicio de la movilidad vertical?

Las compañías que se dedican al mundo de la elevación se tienen que ir adaptando a todas las necesidades que se dan. Hablando de la accesibilidad, no solo se da desde el punto de vista exterior, sino desde el interior, desde los portales, desde salvar las pequeñas cotas en la dinámica interna de la habitación. En las nuevas edificaciones, la normativa existe, pero en las antiguas edificaciones y en algunos locales tiene que haber compañías que evalúen esas  necesidades de accesibilidad y respondan a ello. En la movilidad vertical, los edificios cada vez son más altos y requieren de movimientos de personas que exigen un menor tiempo y de ahí que se tenga en cuenta la velocidad, la sonorización, etc, como están haciendo empresas como Zardoya Otis y que con esas actuaciones permiten que los técnicos podamos tener las soluciones adecuadas a los problemas que nos pudieran plantear.